¿Qué cómo empezamos a concebir una joya? Lo primero hay que observar, en la naturaleza se pueden encontrar formas y colores tan distintos y con tantos matices que no podríamos incluirlos todos en una misma colección, Por eso lo primero es pensar en las formas más adecuadas para ser traspasadas al pesado metal. Una mariposa por ejemplo, tan frágil y ligera, debemos cuidar muy bien de los detalles porque una vez esté materializada en plata, puede perder esa delicadeza si por ejemplo la hacemos maciza, en vez de calada y con esmalte de colores, simulando sus alas.
En la colección folium, basada en las hojas, nos fijamos en una planta que teníamos en la terraza del taller, donde cada día el sol la bañaba y resplandecía, siempre nos fijábamos tomando el café del desayuno, fue entonces cuando decidimos crear un conjunto llevable pero a la vez potente, aunque lo del matizado surgió luego, primero pensamos en hacer la pieza pulida para recrear el efecto resplandeciente de nuestra terraza.
Lo primero que se necesita es el molde original del que partiran el resto de piezas, hay que trabajarlo en cera, como un escultor, pero con herramientas bastante más pequeñas. La verdad es que el moldeado de la cera es el paso más importante y que definirá cómo quedará la pieza. Por eso las habilidades del orfebre para crear los detalles y matices en la cera son cruciales.
Una vez hecho el molde en cera, ya podemos traspasarla a metal, se añaden entonces los pernos si son pendientes o las bagas si son cokgantes, en la parte de atrás de las piezas, y una vez terminado el proceso más mecánico, debemos plantear el acabado. Aunque inicialmente pensamos en dejarla pulida, al probar con la técnica del matizado de arena, resultó una pieza con mucho más relieve y profundidades, igual que nuestra hoja original. El punto final lo dimos en el perfil, se quedó pulido para que realce la forma y de esa resplandor que buscábamos. Creo que lo conseguimos, además, esta pieza ayudó a inspirar el resto del conjunto.